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jueves, 19 de agosto de 2010

Armenta trata de ubicar al PRI en su realidad de partido de oposición

El sentimiento y la ubicación de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) dentro de unos meses empezará a tener como oposición se puso de manifiesto ayer en un encuentro que el dirigente priista Alejandro Armenta Mier tuvo con un grupo de columnistas en donde aceptó que el próximo presidente del partido –que se designará en octubre– tendrá que ser resultado de un acuerdo entre “los poderes” nacionales y locales de esta fuerza política, ya que el resultado desfavorable del 4 de julio obliga a que ahora se genere ese “equilibrio”.


Dicho de otra manera, los marinistas ya no podrán tan fácilmente poner al próximo presidente del PRI, pese a que esto ocurrirá cuando todavía sigan siendo el grupo en el poder.

La lectura que se puede dar a esa definición es que Beatriz Paredes Rangel, la presidente nacional del PRI, podría acabar vetando el proyecto de que Javier López Zavala u otro marinista sea el próximo líder del partido.

O en su defecto, que el actual grupo en el poder tenga que pactar con la política tlaxcalteca la llegada al tricolor del ex candidato a gobernador, cuando antes solamente en Casa Puebla se decidía quién dirigía al Revolucionario Institucional.

Armenta Mier, que dio a entender que él y Claudia Hernández, la secretaria general del tricolor, no buscarán reelegirse en los cargos de dirección y entregarán el partido junto con un diagnóstico –que estará listo en septiembre– de los factores internos que provocaron la derrota en elección de gobernador, buscó en este encuentro inyectarle optimismo al futuro del PRI, que por primera vez en la historia del estado de Puebla será oposición.

Buscando mostrar el mejor semblante, Armenta fue a contracorriente del ex candidato a gobernador Javier López Zavala, quien señaló que hubo “traidores en el PRI” y que deben ser denunciados, al indicar, que todos los que estuvieron en el partido, empezando por él, “somos corresponsables de la derrota”.

Y por lo menos en su caso, prometió que no será factor para generar enconos y no tiene caso, “no es sensato”, que el tricolor caiga en recriminaciones.

Además, defendió el derecho que tienen los priistas como Enrique Doger o José Alarcón de disentir con la dirigencia del partido, sobre todo cuando se habla de que ambos personajes, junto con la ex senadora Lucero Saldaña, estarían buscando impedir que los marinistas se queden con el control del tricolor.

A lo largo de la conversación que tuvo con una decena de columnistas, el dirigente insistió en buscar poner a los priistas con los pies sobre la tierra, al indicar:

“No sabemos todavía lo que es ser oposición. Es una línea delicada”, al reconocer que el principal problema que enfrentará el PRI en su nueva realidad será no tener los recursos económicos con que está acostumbrado a operar.

“Nos tenemos que preparar para ser oposición, pero no acostumbrarnos”, fue la expresión que más usó Armenta, al querer mostrar una imagen de que el PRI no está muerto, no está derrotado, ya que en 2012 posiblemente recuperará la presidencia de la República y los escenarios pueden cambiar radicalmente si, por ejemplo, Elba Esther Gordillo Morales, la presidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), en el futuro se acaba aliando con el tricolor en lugar de con el Partido Acción Nacional (PAN).

Pese a los esfuerzos de Armenta de buscar ser convincente, se quedó con respuestas muy cortas en algunos temas.

Una de ellas fue la observación que le hicieron algunos columnistas de que era muy imprecisa su aseveración de que el PRI regresa al poder en cuanto la gente se da cuenta de lo mal que gobierna la oposición, ya que le recordaron que no es un proceso de mediano plazo, en promedio eso tarda en ocurrir de 12 a 18 años en los estados donde el tricolor ha perdido las gubernaturas.

Y la segunda, cuando el periodista Gabriel Sánchez Andraca le hizo –la correcta– observación de que el PRI mostró en esta elección su extravío ideológico, ya que las propuestas del candidato a la gubernatura, Javier López Zavala, no eran proyectos a largo plazo, eran actos de “caridad”, como era ofrecer que habría útiles escolares para las familias jodidas de Puebla.

Aunque Alejandro Armenta quiso establecer que estas reuniones serán frecuentes, pese a que él no siga en el partido, dejó la sensación de que ese encuentro fue el inicio de su despedida de la escena política estatal.

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