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jueves, 27 de enero de 2011

Zavala y Armenta rompen por competencia a la senaduría

Alejandro Armenta, principal operador político del excandidato a la gubernatura Javier López Zavala fue objeto de una traición de su otrora amigo y compadre; ahora, ambos buscarán por sus propios medios la candidatura a la senaduría para el 2011, cartera por la que también están compitiendo Fernando Morales, Blanca Alcalá y Enrique Doger.

Así, los cómplices y amigos de un sexenio ahora rompen relaciones tras una cadena de desencuentros que comenzaron el 20 de diciembre del año pasado.

Esta es la historia:

La primer bomba fue lanzada en el Hotel Lastra, sitio elegido por el presidente del Comité Estatal del PRI, Juan Carlos Lastiri para convivir con los candidatos ganadores y perdedores a las presidencias municipales en el interior del estado.

El invitado de honor fue López Zavala.

Ahí, Zavala habló por primera vez con toda libertad acerca de la derrota: confesó que fue traicionado (no dijo nombres, pero tampoco fue necesario ante la obviedad), que las derrotas no son para siempre, así que en adelante no hablaría más del tema para evitar desgastes innecesarios, sobretodo, cuando existen nuevos proyectos y triunfos electorales.

Los 70 asistentes guardaron la respiración ante la confesión.

Pero había más.

López Zavala les pidió que hicieran un examen a conciencia para detectar y corregir los motivos por los cuales perdieron, pero sobre todo que siguieran trabajando porque el 2011 representaba un año de mucho trabajo: fue en ese momento cuando se autodestapó como candidato a la senaduría.

Aplausos y porras a favor de Zavala fue la respuesta unánime, y en primera fila, por supuesto, Juan Carlos Lastiri.

Tuvieron que pasar sólo dos días para que Zavala se descompusiera del estómago: Alejandro Armenta convocó a su gente más cercana, delegados y funcionarios de la secretaría de Desarrollo Social así como operadores priístas y gente cercana cuando fue presidente del partido (alrededor de 40 personas) para un brindis navideño, en el restaurante El Tejado.

En medio del ritmo de la canción de Mijares ‘Uno entre mil’, y con un efusivo video con imágenes de Armenta como secretario de gabinete y como líder priísta, rodeado de gente, al frente de mítines, con micrófono en mano, vitoreado y apapachado en las distintas giras por el interior del estado, el ahora delegado especial del PRI hizo una confesión a sus amigos.

Al finalizar el video (que se repitió 3 veces durante el festejo) Armenta aseguró que a partir de ese momento empezaba su carrera por la senaduría.

Aplausos y porras, ahora para Armenta.

Es decir, por primera vez, ambos marinistas buscaban lo mismo.

El choque de trenes no sólo se quedó en el discurso, sino que muy pronto aterrizó en el terreno práctico: Zavala se dio cuenta de que la estructura con la que operó su candidatura a la gubernatura en el interior del estado no era más suya en exclusiva sino que compartía a sus operadores, o lo que es peor, los mejores tomaron su distancia para sumarse a las filas de Armenta.

Fue entonces cuando ardió Troya en las frontera marinista.

Dario Carmona, amigo de ambos, apareció en escena para pedir una tregua.

Los tres se sentaron a platicar en la íntima intimidad y llegaron a una acuerdo: por el momento lo más importante era mantener la unión en el equipo, así que era urgente que tanto Zavala como Armenta bajaran el perfil para evitar enviar un mensaje de ruptura. Para después se colocaría en la balanza quién de los dos tomaría el estandarte de la senaduría.

Ahí también se acordó, so pretexto del cumpleaños de López Zavala, hacer una reunión en la que estuvieran las 4 figuras reunidas (Zavala, Armenta, Carmona y Lastiri) para demostrar ante la militancia que no había desacuerdos ni fracturas de ningún tipo.

Todos estuvieron de acuerdo: el viernes 14 de enero en el salón JP se celebró el cumpleaños de Zavala.

No llegó Carmona, que era el organizador, y se resintió la ausencia del resto del gabinete marinista.

Pero si estuvieron Lastiri y Armenta.

Fue en plena fiesta cuando, fuera del guión previsto, Zavala pasó al frente, tomó el micrófono y agradeció a todos los ahí presentes ‘porque están aquí para apoyarme en nuestro próximo gran proyecto ganador: la senaduría".

Aplausos y rechiflas.

Armenta fue ahora quien se descompuso del estómago: esperó unos 20 minutos más para guardar las formas y salió sin despedirse de la fiesta, para no volver.

Los armentistas se sintieron traicionados.

Ese no era el acuerdo.

Armenta decidió poner tierra de por medio.

La cuestión es ¿cuál será el próximo paso de Armenta?

¿Terminará por alzar la mano (otra vez) de su otrora compadre?

¿Seguirá en la competencia por lo que considera su derecho?

Sólo él lo sabe.

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